Capitulo 9

Capitulo 9

Max y Alicia fueron hacia el faro donde vivía Roland con su abuelo.

Víctor Kray empezó hablar…

“Hace mucho tiempo cuando más o menos tenia vuestra edad tuve la mala suerte de topar con uno de los mayores tramposos de la historia. Nunca llegué a saber su nombre verdadero. En el barrio donde vivía unos lo conocían como Caín, otros por Príncipe de la Niebla, por que según decían siempre surgía de la niebla. Caín era un hombre joven, vestía como un caballero de los que van a la opera, sus ojos parecían cambiar de color en la penumbra. Todas las noches en un callejón oscuro reunía a los muchachos del barrio y cada uno podía pedir un deseo a cambio de un alto precio. Una noche, Angus, mi mejor amigo, me llevó a una de esas reuniones, fui con la intención de reírme de ese mago, pero en cuanto le vi mi sonrisa se quedó helada. Cuando todos acabaron de formular sus deseos, Caín nos miró y preguntó si nosotros teníamos alguno, Angus se acercó y pidió que readmitieran a su padre en la fábrica, lo habían despedido, Caín asintió marchándose entre la niebla.

Al día siguiente llamaron al padre de Angus para que volviera al trabajo.

Un día cuando volvíamos por el camino de la vía del tren apareció de repente Caín, llevaba una capa negra con una estrella de seis puntas bordada y le dijo a Angus que él había hecho su parte y ahora le tocaba pagar el precio, tenía que quemar el almacén de los ricos Skolimoski, era un pequeño ajuste de cuentas. Angus protestó pero de nada sirvió, Caín desapareció de la misma manera que apareció.

Hice guardia toda la noche delante de la fábrica para ver si se presentaba Angus, no lo hizo. Tampoco pasó la noche en casa, di muchas vueltas para ver si lo encontraba sin ningún resultado, al atardecer tuve una intuición y fui hasta la vía del tren, efectivamente, ahí estaba su cuerpo tendido en el suelo y congelado, del cuello le colgaba una medalla con el mismo símbolo que había visto en la capa de Caín, la estrella de seis puntas envuelta en un circulo. Me fui llorando.

Esa misma noche el almacén se incendio.

Dos meses después mi familia se mudó al sur, lejos de ahí y pensaba que lo del Príncipe de la Niebla sólo había sido un recuerdo amargo hasta que me lo volví a encontrar.